El legado vivo del estadio Metropolitano Roberto Meléndez: crónica de una pasión forjada en el corazón de Barranquilla.

 


El legado vivo del estadio Metropolitano Roberto Meléndez: crónica de una pasión forjada en el corazón de Barranquilla.

Foto: El Heraldo


En los resquicios de la historia, donde los sueños se entrelazan con el palpitar de una ciudad, Barranquilla, tierra de cumbias y alegría, tejía los hilos de su destino futbolístico. Antes del imponente levantamiento del majestuoso Estadio Metropolitano Roberto Meléndez, el emblemático escenario del fútbol barranquillero, la ciudad se aferraba a las gradas del Estadio Municipal, erigido en 1934 con modestia pero con el latido de una pasión inquebrantable.

Estadio en construcción-Foto: El Heraldo

La necesidad de un hogar más grande para albergar el fervor de los seguidores del Junior y el crecimiento imparable del fútbol profesional en Colombia, se hizo evidente a medida que la década de 1970 desplegaba sus alas. La promesa de ampliación del Estadio Municipal se desvaneció entre críticas y errores arquitectónicos, dejando en su estela la "tribuna de la vergüenza". Fue así como, con el peso de la decepción y el ímpetu de un pueblo decidido, se alzó la voz de la necesidad, clamando por un nuevo hogar para el fútbol.

El destino se enmarañó con la política cuando el candidato liberal Julio César Turbay Ayala, acogió el sueño del pueblo barranquillero como propio, prometiendo erigir un estadio digno si el viento de la elección le soplaba favorable. Y así, entre promesas y esperanzas, nació la semilla de lo que se convertiría en el coloso del fútbol caribeño.

Construcción del estadio Metropolitano-Foto: El Heraldo

En julio de 1979, el firme compromiso tomó forma con la constitución de Metrofútbol, un proyecto destinado a convertir sueños en realidades de concreto y acero. La primera piedra fue más que un acto simbólico; fue el comienzo de una odisea que abrazó los corazones de todos los barranquilleros. En el cruce de las avenidas Circunvalar y Murillo, el terreno cedido por el Instituto de Crédito Territorial se convirtió en el lienzo donde se pintaría la historia de una ciudad enamorada del balompié.

El 11 de mayo de 1986, Barranquilla amaneció con un sol radiante que parecía celebrar el nacimiento de su nuevo corazón futbolero. La inauguración del Estadio Metropolitano Roberto Meléndez fue un despliegue de color y emoción, donde 5000 artistas tejieron la danza de la esperanza y el orgullo. En el césped, la historia se escribió con la tinta de un partido amistoso entre el Junior y la Selección de Uruguay, un encuentro que palpitará por siempre en el alma de los barranquilleros.

Inauguración del estadio- Foto: El Heraldo

Los corazones latieron al unísono en cada gradería, mientras la emoción se elevaba con cada gol, con cada suspiro de la multitud que veía materializados sus sueños. Y aunque la victoria sonrió al visitante, el verdadero triunfo resonó en el aire, impregnando cada rincón del estadio con el espíritu indomable de una ciudad que nunca se rinde.

Porristas de Junior en la inauguración-Foto: El Heraldo

Hoy, el Estadio Metropolitano Roberto Meléndez no es solo un recinto deportivo; es un monumento vivo, un testimonio de la perseverancia y el amor de un pueblo por su equipo, por su historia. En cada grito de gol, en cada ola de fervor, late el corazón de Barranquilla, latiendo al ritmo del fútbol, en el hogar que un día soñaron y que hoy es suyo por derecho propio.

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